Esta semana nos ha dejado Juli Hurtado Llopis. No voy a comentar su faceta profesional ni académica: maestro, profesor, músico, director, etc... porque es de sobra conocida y no podría aportar nada nuevo al respecto. Mi pequeño homenaje a Juli Hurtado trata de recordar cuál ha sido mi relación personal de amistad con él desde el momento en el que le conocí.

Yo conocí a Juli Hurtado

Cuando terminé la carrera de magisterio, como muchos otros compañeros, pensé en estudiar oposiciones. Fue en la academia “Escola de música” de Valencia donde conocí una persona tremendamente especial: Juli Hurtado Llopis.

Juli era uno de los preparadores que trataba de mostrarnos el camino a seguir, no para aprobar las oposiciones sino para desarrollar una carrera profesional plena como maestros de música. Recuerdo perfectamente sus explicaciones, sus canciones, sus ejercicios de rítmica y sobretodo los cafés en el descanso. Y digo los cafés en el descanso porque era allí donde mostraba en buena parte su personalidad, pues era una persona con un talento inmenso y un ego muy pequeño. Siempre conseguía generar un ambiente de mucha confianza y cordialidad con todas las personas que le rodeaban.

La verdad es que Juli tenía un talento especial para formar futuros maestros. Recuerdo una tarde en la que nos hizo leer un artículo escrito por Andrea Giráldez en la revista Eufonia. En aquel tiempo yo no había oído hablar nunca de ella, pero Juli nos dijo que sus artículos y la visión que ofrecía de la Educación Musical era de lo mejor que había leído nunca. Puedo decir que Juli indirectamente me presentó a otra persona que posteriormente también ha sido muy importante en mi vida profesional: Andrea Giráldez.

Tras finalizar la academia, por el año 2002, tuve la suerte de aprobar las oposiciones y, por supuesto, de manera inmediata me puse en contacto con él para agradecerle todo lo que había aprendido y sus estupendos consejos. Mi primer destino fue una itinerancia en la que los lunes visitaba Ribarroja del Túria, la misma población donde Juli trabajaba de maestro de música en el CEIP Mas d’Escoto. La primera semana de septiembre recibí una llamada suya invitándome a visitarle en su escuela. Tengo un recuerdo muy especial de aquella visita, en parte porque me invitó a formar parte del coro de L’Eliana, pero sobretodo porque recibí dos consejos gracias a los cuáles he podido avanzar mucho como profesional.

A partir de ahí, comencé a ver regularmente a Juli los lunes por la noche en los ensayos del coro de L’Eliana. Cantar en ese coro era una actividad muy satisfactoria que siempre me agradó. Al mes y medio de estar en el coro, una noche Juli nos dio una noticia, a unas pocas personas, que a mi personalmente me generó mucha ilusión: cambiaba su trabajo de maestro de primaria por el de profesor en la Facultad de Magisterio.

Curiosa y casualmente, mi vida dió un giro inesperado que me impidió volver a ensayar con el Coro de L’Eliana y obviamente perdí el contacto con Juli, aunque regularmente recibía noticias suyas a través de terceras personas.

Más de 10 años después volví a tener contacto directo con él. Comencé a trabajar como profesor asociado en la Facultad de Magisterio y mi primera llamada fue a ese teléfono que tenia de Juli Hurtado y que no sabía si aun continuaria perteneciéndole. Sí, era Juli y sí, se acordaba perfectamente de mí. Durante los últimos 3 años he disfrutado otra vez de Juli mientras hemos coincidido en la Facultad de Magisterio. Juli siempre me ha ayudado. Juli siempre me ha aconsejado. Juli siempre me ha animado. Juli siempre ha tenido un ratito para hablar conmigo. Juli siempre ha estado a mi lado cuando lo he necesitado. Juli siempre ha sido y será mi amigo.

¡Adiós amigo!